Cuando descorchamos una botella, especialmente si es un vino que hemos guardado un tiempo porque lo merecía, debemos tener en cuenta tres cosas antes de llenar la copa: qué tipo de copa usaremos, cuánto la vamos a llenar y por qué vamos a girarla cuando la sujetemos por la base o el tallo.
Girar la copa es lo que permite desvelar más aromas que el vino lleva en su interior. El vino tiene tres tipos de aroma: primarios, secundarios y terciarios. Si una vez llenada la copa olemos el vino con la copa parada, percibiremos los aromas primarios. Estos provienen de la variedad de la uva y recuerdan a flores y frutas.
Para notar los aromas secundarios y terciarios hará falta que giremos el vino en la copa. Es entonces cuando afloran olores más sútiles. Son los que expresan la singularidad de cada vino.
Los aromas secundarios provienen de la fermentación. Son aquellos de bosque, madera o levaduras. Los terciarios nacen en la etapa de envejecimiento del vino. Son, por ejemplo, los aromas a tostados, tabaco, café o vainilla.